Jugando a las casitas
febrero 17, 2019
El día que Lukas se cruzó en la vida de Mónica ella pensó que no era más que un chulo, engreído, demasiado desaliñado y seguro de sí mismo. Y Lukas que Mónica era una mosquita muerta, remilgada, estiradilla y con un flequillo espantoso. Lo que ninguno imaginó era que, a pesar de aquella primera y nefasta impresión, ambos se verían obligados a compartir piso, convivir, y asumir lo que aquella convivencia traería a sus vidas.
No hay más ciego que el que no quiere ver, y los dos han decidido ponerse durante largo tiempo una venda enorme en los ojos. Pero sus locos amigos, unos caseros excéntricos y alguna que otra sorpresa, les obligarán a hacerlo, poniéndolos a prueba.
¿Conseguirán salir airosos?
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